El Templo de Rosalia fue construido por el décimo
gobernante de la dinastía maya Luna Jaguar, en el año 571 d.C. La planta del templo es de una superficie de
18.5 por 12.5 m. La altura es de 14 m. Se compone de tres niveles. El nivel más
bajo se compone de cuatro cuartos, largos y angostos, y solamente cruzando los
tres primeros se puede llegar al cuarto central. En la parte externa destaca el
Vucub Caquix, identificado como pájaro celestial. El templo está pintado en
colores verde, rojo y amarillo.
El templo fue ubicado sobre una pirámide tarraceado de
tres metros de alto, bautizada como “Azul”, que tiene unos 20 metros de alto
con graderías al oeste, que se relaciona con el mundo de los muertos, por donde
el sol moría diariamente. En la gradería principal hay siete gradas y el
peldaño quinto tiene una fecha jeroglífica de dedicación: 21 de febrero del año
571 d.C. De ahí es que se adjudica su edificación al gobernante Luna Jaguar.
El templo debido a su importancia fue sepultado en su
totalidad, por debajo de uno nuevo que es conocido como Pirámide 16. El veintitrés
de junio del año 1989, el Templo de Rosalila, fue descubierto por el arqueólogo
Ricardo Agurcia Fasquell, quien a través de una serie de túneles pudo apreciar
los frisos estucado y policromos de un color rosa lila, de ahí que deriva su nombre de Templo de
Rosalila, además que sigue un sistema de nomenclatura establecido en el Proyecto
Tikal.
En el proceso de sepultura del Templo de Rosalila, los
cuartos, molduras y nichos se rellenaron con mucho cuidado con lodo y piedra,
mientras que los paneles trabajados en estuco los cubrieron con una capa gruesa
de mortero blanco. Este mortero protege aun las numerosas capas de pintura
original de Rosalila. Los sistemas de
relleno permitieron la conservación completa, lo que contribuyo durante su exploración
en el descubrimiento de una serie de ofrendas. Basta solo por mencionar como
dentro de estos espacios sagrados, los mayas a medida que lo iban enterrando,
colocaban ofrendas en los cuartos del primer nivel.
La función del Templo de Rosalila se ha inferido a través
de las evidencias que se muestran en el interior de los cuartos, que por estar cubiertas
con hollín, se presupone que el uso de quema de incienso y antorchas, humo las
paredes y techos. En el interior también
se descubrieron siete incensarios de barro con carbón todavía adentro. Dos de
estos estaban sobre pedestales de jaguar esculpidos en piedra. Se recuperaron ofrendas
de cuchillos de pedernal presuntamente para sacrificios, y nueve excéntricos de
pedernal envueltos en restos de una bolsa de tela de un color azul, joyería
tallada en jade, conchas de mar, espinas de manta raya (perforadores para ritos
de sangrado), vértebras de tiburón, uñas de jaguar y restos de pétalos de
flores y de agujas de pino. Es probable que el Templo de Rosalila, funcionara
como un santuario para la realización de ceremonias que incluso tenían que ver
con el fundador de Copan, el K'inich Yax K'uk' Mo'. Lo anterior inferido por las expresiones
cosmogónicas relacionados con el Dios Sol, K’inich Ahau, que se ha considerado
el patrón divino de los reyes mayas, e influyo
en los primeros gobernantes de Copan.
En el actual Museo de la Escultura de Copan hay una
reproducción de escala natural del templo. Se puede apreciar la monumentalidad,
grado de ornamentación que se incorporan a los elementos arquitectónicos y
decoración pictórica de los mismos.
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