La “Güera”, así es conocida
en el rincón de San Andrés, Sahuayo Michoacán. En mi niñez era una persona que
me cuidaba y protegía. Durante algún tiempo viví con ella, mientras mi madre se
componía de las operaciones que le hacían. Esto me llevo a trabajar desde muy
temprana edad, como no me gustaba que me dieran las cosas fáciles, me ponía ayudar
en lo que fuera, de esta forma me dieron la oportunidad de limpiar platos,
barrer y aprender el oficio de taquero. Parte de mi infancia me la viví con mi
madrina (ente 8 a 12 años). Con el tiempo me gane su confianza donde me dejaban
el puesto para que lo administrara y atendiera.
Los tacos que hacía para
entonces eran de suadero y longaniza, con el tiempo aprendí hacer los de pastor
y cabeza. Después pase a trabajar con otras personas haciendo tacos de carnitas
al vapor, estilo Michoacán y de guerrero. Los de hígado y tripas fueron mis
preferidos. Lo más importantes de los tacos era la receta especial de la salsa.
La mayoría de los que llegaban a pedir tacos, era por esta, yo tenía una muy
especial que hasta hoy no he querido dar a conocer, solo aquellos que son muy íntimos
y que la conservare para la posteridad. Mi madrina me enseño a trabajar,
respetar y ser quizás lo que soy. No tenía tiempo para jugar o distraerme, la entrada
era a las 2 de la tarde para salir entre 1 y 2 de la mañana.
En varias ocasiones tuve que
dormir en la calle, ya que como se tenía que abrir en ocasiones el puesto como
a las seis de la mañana yo me ofrecía para hacerlo. Con el tiempo me
permitieron compañeros de otros negocios como paleterías o las mismas taquerías
que me quedaran con ellos. Así no pasaba frio y estaba seguro.
En la noche pasaba de todo,
que yo no entendía. Drogadictos, prostitutas, maleantes, peleas entre bandas e incluso
agresiones con armas de fuego. Para mí era como parte de una película que
pasaba a mi vista sin que esto me afectara, no encontraba por qué alarmarme. Al
final después de unos cinco años deje Tacubaya y a mi madrina la
Güera. Yo era un taquero reconocido en lugares como Zaragoza, Gómez Farías, Narvarte,
Candelaria y La Merced. En Zaragoza me pagaban bien y decidí trabajar en este lugar durante otros años, hasta que me di cuenta que no podía seguir igual, fue cuando decidí regresar a estudiar, terminar la preparatoria y volver a comenzar para materializar mi sueño que tenía desde los siete año. Ser arqueólogo, pero eso es otra historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario